Relatos de vida

AutorTurid Hagene
Páginas253-264

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Este capítulo sirve como una introducción a los siguientes cuatro capítulos, los cuales contienen el mismo número de relatos de vida. Aquí analizaré algunos temas metodológicos relacionados con los relatos de vida, de?niré este término y plantearé la motivación que tuve tanto para introducirlos en este estudio, como para seleccionar las formas mediante las cuales los presento y utilizo. De forma breve, exploraré cómo los relatos de vida, las identidades y las memorias se alimentan entre sí, además discutiré algunos de los aspectos éticos de este método.

Los relatos de vida y sus usos

Un relato de vida se diferencia de una historia de vida en que esta última designa la reconstrucción de la vida de una persona vista desde afuera, por lo tanto, puede incluir determinados hechos sociales que no necesariamente tienen en cuenta la percepción de la persona acerca de ellos (Svensson, 1995). Por otro lado, un relato de vida es precisamente, la historia que la propia persona narra acerca de su vida, extraída, a menudo mediante entrevistas. Dentro de mi estudio, esta distinción es crucial, dado que el énfasis en esta parte del trabajo radica en la perspectiva del sujeto. Posteriormente, examinaré la creación de los relatos de vida y en qué medida se puede decir que constituyen “el relato de la propia persona”. Pero, por ahora, me enfocaré en los usos de las relatos de vida.

En primer lugar, se advierte no usarlos; de acuerdo con Bourdieu (1986), la vida no es una relato coherente, de manera que un relato de vida o una biografía son una ilusión. Sin embargo, en mi opinión nosotros, como seres humanos, procuramos construir dicha coherencia atribuyendo un signi?cado a los eventos de nuestras vi-

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das. Desde la perspectiva de la persona enterada, coherencia y signi?cado son constantemente producidos y reproducidos, cambiando de sentido según el público y los contextos en los cuales se cuenta el relato. En la literatura sobre historia oral, historia de vida y estudios de relatos de vida (por ejemplo: Baum y Dunaway 1996; French y James 1997; Gullestad 1994; James 1997; Johansson 1999; Perks y Thomson 1998; Roos, Tigerstedt y Vikko 1992) encontramos una multitud de maneras de acercarse a los usos de este tipo de fuente en textos cientí?cos. No obstante, siguiendo a Roos, mantengo que estos usos, básicamente, pueden ser clasi?cados dentro de dos categorías: como datos empíricos, utilizados en los textos de los historiadores y los cientí?cos sociales; y como narraciones, es decir, como relatos coherentes que la propia persona elabora acerca de sus experiencias vividas, manteniendo, en gran medida, la estructura y expresión de la historia. Podemos a?rmar que existe una tendencia a enfatizar cualquiera de los dos aspectos ?la “vida” o la “historia”? de este material (Gullestad 1994). Mientras nos advierte en contra de los usos ingenuos de los relatos de vida como historia, y nos sugiere tomar ventaja de los desarrollos dentro de la crítica literaria, Gullestad pregona el uso del análisis textual sin perder de vista las experiencias vitales reales, expresadas en los relatos de vida. En las re?exiones de esta autora hay una valiosa comprensión de las maneras en las que los textos y la sociedad interactúan, formándose una a otra mutuamente. Dentro de mi estudio, los relatos de vida de las mujeres no se usarán para demostrar “lo que realmente sucedió”, aunque considero que nos ofrecen una visión valiosa de los mundos de vida de las mujeres, de sus experiencias y evaluaciones, así como de la construcción de la identidad. Así, propongo usar los relatos de vida de las dos formas: como narrativas y como informes sobre las experiencias vividas.

¿Por qué relatos de vida?

A lo largo de la parte II y el capítulo previo, resalté la forma en la que las prácticas del patronazgo constituyen una experiencia cotidiana para las mujeres de La Esperanza, de igual modo conforman uno de los principales aspectos de su visión del mundo. Durante el estudio de sus prácticas religiosas y la búsqueda de herramientas teóricas con las cuales analizar dichas prácticas, descubrí que el concepto de mundo de vida ?ubicado en el nivel del sujeto? nos proporciona nuevos entendimientos, en comparación con el concepto de “visión del mundo” (o cosmovisión). Las percepciones en torno a la institución del patronazgo y los procesos de cambio y continuidad social, asumieron nuevas dimensiones. Los relatos de vida representan una aproximación metodológica situada en el nivel del sujeto, también en el sentido de que son

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dialógicas ?existe un diálogo constante entre el sujeto y la sociedad?. Así, en la medida en que los presentemos como narraciones, los relatos de vida de las mujeres pueden ofrecer una ventana hacia el interior de sus mundos de vida. Un poco más adelante, regresaré al tema de cómo se presentan.

En los siguientes capítulos, exploraré los mundos de vida de las mujeres, incluyendo los aspectos pertenecientes al patronazgo religioso y social. Sus relatos de vida, igualmente, sacan a relucir su propia autopresentación que, junto con el hilo conductor del relato, constituyen una dimensión básica de la construcción de su identidad. La autopresentación y el hilo conductor del relato también nos proporcionan ventanas hacia el interior de su visión sobre la identidad de género y las relaciones de género. Aunque los documentos de los archivos de la cooperativa no nos aportan nada sobre la vida familiar de las mujeres y sus relaciones con sus socias y compañeras, sus relatos de vida sí lo hacen. Otra motivación que tuve para utilizar sus relatos de vida en este estudio, fue la de destacar cómo las mujeres evaluaron sus experiencias cooperativas: ¿Ellas percibieron cambios en sus vidas debido a su participación en la cooperativa? Sus propias narraciones son inapreciables para que podamos tener acceso a las percepciones que tienen sobre los cambios en sus vidas. Además, explicaré cómo sus relatos de vida y sus construcciones de identidad se alimentaron entre sí, bajo la forma de identidades narrativas.

Al analizar la historia oral, Portelli (1999) señala las posibilidades que nos ofrece para distinguir “entre eventos y narraciones, historia y memoria, precisamente porque trata las narraciones y memorias como hechos históricos” (1999: 11). Así nos llama a investigar cómo y por qué las discrepancias entre historia y memoria han evolucionado, así como sus usos y signi?cados. Mediante sus relatos, las mujeres de La Esperanza transmitieron la impresión de que el Frente les había dado la cooperativa como parte de una política hacia el sector de la pequeña industria; en otras palabras, que el partido destacó como un patrón...

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