El nacimiento de la cooperativa (1983-1985)

AutorTurid Hagene
Páginas63-94

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Introducción

En este capítulo reconstruyo la fundación de la cooperativa de costura La Esperanza, proceso que duró de 1983 a 1985. Los detalles de este proceso ponen de relieve cómo los diferentes actores promovieron o intentaron resistir el estatus de cooperativa de este taller. Por lo tanto, en este material lo que emerge como un tópico de interés es la política del Frente sandinista de Liberación Nacional (FSLN)1 hacia el movimiento cooperativista de la pequeña industria. Nos aproximaremos a este tema desde tres diferentes ángulos: los micro procesos en el nivel local, reconstruidos a partir de documentos y entrevistas; los macro procesos en el nivel nacional, con base en entrevistas y fuentes escritas, y la percepción de las políticas del FSLN, tal como aparece representada en los recuerdos de las mujeres de La Esperanza.

Mi interés por el tópico de la política cooperativista del FSLN se remonta a la primera investigación que realicé en La Esperanza, en 1992. En aquel entonces observé cómo mucha gente parecía molesta ante esta manera de organizar su trabajo, y supuse que la forma de la cooperativa les había sido prescrita como una política del FSLN. Esta primera impresión fue con?rmada por las mujeres de la cooperativa cuando las entrevisté sobre el tema en 1996, pero más tarde (1997-1998) fue desmentida por otros informantes y también, posteriormente, por muchas fuentes escritas. El tema de la política cooperativista del FSLN es además interesante, por proporcionar un ejemplo de la actitud del partido respecto a la participación popular, la autonomía y la autogestión.

La imagen de la política cooperativista del FSLN, evocada en los recuerdos de las mujeres dibuja un fuerte contraste con las imágenes reconstruidas de otras fuentes.

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Con base en esta situación tuve que hacer dos elecciones para este capítulo: primera, exponer la narrativa con cierto detalle para poder desconstruir la “política cooperati-vista del FSLN” y mostrar sus partes componentes. Segunda, presentar una re?exión acerca de los temas de historia y memoria, tal como entiendo estos conceptos y en la manera como se relacionan entre sí. Así, este capítulo también demuestra la importancia que tienen las posturas adoptadas por la investigadora en la producción del texto.

En este momento quisiera incluir una re?exión acerca de lo que podría signi?car “una política del FSLN”. De algún modo este partido parecía operar de acuerdo con una rara mezcla de disciplina de hierro y anarquía generalizada. El partido estaba conformado por tres tendencias, uni?cadas cuatro meses antes del Triunfo en 1979 (Nolan 1984); era conducido por la Dirección Nacional, encabezada por nueve comandantes —todos hombres— cuyo peso político era, sin embargo, desigual.2Sólo aquellas cuestiones consideradas como de mayor importancia o como grandes con?ictos eran discutidas y decididas dentro del seno de la Dirección Nacional, con el ?n de constituir la línea o?cial del partido.3El tema de las cooperativas en otros sectores que no fuesen el agrícola no cayó en tal categoría, según Moisés Hassan.4Entonces, ¿cómo se tomaban las decisiones? Había diversos niveles jerárquicos de mando, desde donde las órdenes ?uían en forma descendente —el famoso verticalismo, de ningún modo exclusivo del FSLN—, combinadas con una amplia porción de discrecionalidad en cada nivel, en el sentido que ninguna otra orden se hubiese transmitido hacia abajo.5Esto dependía del o la funcionario(a), político(a) en particular, y de su in?uencia o peso personal, carisma, valor e intereses respecto de lo que debía hacerse. Asimismo, era importante quién era el superior, en jerarquía, de ese funcionario. Además había una división en cuanto a los campos de acción, dejando a cada coman-dante el poder discrecional de tomar decisiones dentro de su campo o feudo, según expresaba el dicho en Nicaragua.6Las regiones también constituían feudos geográ?cos para los delegados del partido/gobierno. Hassan, quien participó en la primera Junta de Gobierno (gobierno sandinista), sostuvo que el cooperativismo “no ocupaba ningún tipo de lugar en la mente de nadie” dentro de la dirección del partido. No obstante, en la pequeña industria el cooperativismo fue desplegado, y en la práctica, sujeto a los ministros y delegados regionales y a sus decisiones políticas, económicas y administrativas. Estas decisiones también afectaron al sector cooperativo y, de esta manera, constituyeron más que una política, “una práctica cooperativa del FSLN”.

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El material para este capítulo se compone de los archivos de La Esperanza,7los archivos de la Ayuda Popular Noruega,8así como de las entrevistas con las mujeres de La Esperanza, otros actores locales y personajes relevantes a nivel nacional. También dependo de mis observaciones en San Juan,9de documentos del partido y gobierno, periódicos y literatura secundaria (en los Apéndices I y II son identi?cadas las personas y las siglas). El Apéndice III esclarece las diferencias entre las distintas formas de las cooperativas: aquellas que permiten la autogestión de los trabajadores (cooperativas de producción) y aquellas que no (cooperativas CCS, o sea, de crédito y servicio). Otra distinción importante es la que existe entre cooperativas y colectivos. Las cooperativas son propiedad de sus miembros y funcionan conforme a la Ley de Cooperativas, mientras que los colectivos eran propiedad de alguna institución pública.

Antecedentes

San Juan es una pequeña ciudad con cerca de 10 mil habitantes, que presenta un clima relativamente templado, el cual es apropiado para el crecimiento del café. Está ubicado en una zona del país que, en el tiempo de la conquista española fue densamente poblada: su población se considera mestiza. Las ?estas sincréticas católicas están bien integradas en la vida social de esta área (ver Aburto et al. 2000; y Palma 1988). Antes de la Revolución, en San Juan había dos fábricas de ropa: Creaciones Carlos, que pertenecía al Capitán Vergara, de la Guardia Nacional, y Trajes S. A., misma que al parecer era una empresa de propiedad conjunta entre algunos extranjeros y otros miembros de la familia Somoza, nativos de San Juan. Con el Triunfo10en 1979, ambas empresas cali?caron para ser con?scadas, y sus dueños abandonaron el país. De este modo, una considerable cantidad de mujeres y algunos hombres quedaron sin empleo ni ingresos. La casa del Capitán Vergara fue transformada en sede de las o?cinas del gobierno municipal y de esta forma, los desiertos talleres de Creaciones Carlos quedaron también situados en el traspatio de este gobierno municipal.

Después del terremoto de Managua, en 1972, habían sido construidos numerosos barrios nuevos que alojarían a las familias que habían perdido sus hogares en el desastre y que buscaron refugio con aquellos familiares que vivían en ciudades cercanas. Sin embargo, aun entre los propios sanjuanenses existía un dé?cit de oportunidades

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de vivienda. Uno de los nuevos barrios fue COVISAJU, un proyecto de cooperativa de vivienda iniciado por el sacerdote católico canadiense Benito La Plante, conocido como el padre Benito.11Algunos trabajadores de las fábricas de ropa abandonadas vivían en esta cooperativa de vivienda. Después del Triunfo, en algunos locales pertenecientes a la COVISAJU se inició un taller de costura, con la ?nalidad de crear una fuente de trabajo para algunas de las costureras desempleadas. Posteriormente una cooperante austriaca, María Kothbauer, llegó para asesorarlas y darles capacitación. Un agudo con?icto se desarrolló entonces entre el padre Benito y la dirección de COVISAJU, por un lado, y con María y seis de las(os) trabajadoras(es) que la defendían y que amenazaban con irse con ella, por el otro. Finalmente, el padre Benito dijo: ¡Está bien, son libres para irse!, y de este modo, a comienzos de 1983 se quedaron de nuevo sin trabajo.12

El comienzo de La Esperanza

María y las(os) seis trabajadoras(es) se organizaron como grupo y siguieron trabajando sin un taller. María consiguió un préstamo con una organización voluntaria austriaca13 y el grupo empezó a producir cotonas. Algunas de las trabajadoras tenían en sus casas máquinas de coser con pedal y otras se ocuparon del bordado que llevan estas camisas. Arturo Pérez, el jefe administrativo del gobierno municipal de San Juan durante el periodo1979-1984, tenía su o?cina junto al abandonado taller de Creaciones Carlos. Él le había ofrecido un cuarto a María en su casa particular, y de este modo, la conocía bien tanto a ella como al grupo de confección. En las conversaciones entre él y María nació la idea de que el grupo de confección debía tener acceso al taller, lugar donde las máquinas de coser aún estaban guardadas.14Después de algunos meses de trabajar en sus casas, el grupo de confección logró entrar al taller del traspatio de la municipalidad. El administrador municipal, Arturo Pérez, se había encargado de solicitar la aprobación de Ernesto Ortega, miembro del gobierno regional en Granada. Ernesto Ortega había sido el primer coordinador15

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del municipio de San Juan después del Triunfo, pero luego fue enviado por el FSLN a trabajar con el gobierno regional, donde estuvo a cargo del Secretariado de Asuntos Municipales.16Así, Ernesto Ortega era un cuadro de nivel medio dentro del FSLN.

Por sí mismo, el grupo de confección limpió y reparó el edi?cio: Camila e Israel —quienes también participaron— recuerdan claramente el entusiasmo con el que realizaron este trabajo. Mientras tanto, se había contactado al Centro de Capacitación para la...

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